viernes, 2 de mayo de 2008

El subgerente que no hablaba inglés

Ya se que el título suena como el típico cuento para niños, pero es una historia real y escabrosa que me pasó el día de ayer. Bueno, no fue realmente tan escabrosa, al menos no para mi, pero real si fue.
Ayer por la noche llegué a la Benavides que está en la esquina del Blvd. Carranza y la Calzada Cetys. Necesitaba comprar unas medicinas, ya era tarde y como abren las 24 horas decidí que era buena opción ir a ese lugar. Cuando llego veo como 6 carros en el estacionamiento y varias personas frente a la puerta de entrada. Me asombró un poco ver tanta gente a esa hora, casi la 1 de la mañana. Me estaciono, me acerco, y me doy cuenta que el cliente en turno es una señora norteamericana, de unos 50 años, con un muy bajo conocimiento del español y un problema al parecer de consideración con su esposo, para quien estaba intentando comprar algunos medicamentos. Y digo intentando porque es aquí donde se involucra en la historia "El subgerente que no hablaba inglés" (Música de suspenso en esta parte).
No se, no supe y realmente no me interesa qué medicamentos necesitaba esta persona, pero si pude constatar lo poco calificado que estaba para desempeñar ese puesto el susodicho subgerente. Ella le decía cuál medicamento y cuál no quería, cuál si y cuál no le servía, pero, sobre todo, cuantos necesitaba comprar. El pobre inútil no sabía ni siquiera los números en inglés, y al parecer tampoco sabía contar dedos de la mano. Mientras tanto, ella, desesperada, lo único que atinaba a decir era si el idiota ese se estaba burlando de ella y por qué le hacía eso.
En la fila, enfrente de mi, estaba una pareja en actitud semicalenturienta. No se si estaban así porque andaban en sus querencias o simplemente por el viento frío que se estaba sintiendo. Los menciono en la anécdota simplemente porque también me molestó la forma en la que se estaban burlando entre ellos de lo que le pasaba a esta señora. Por un momento llegué a pensar que estaban haciendo fila a esa hora porque se dieron cuenta que no tenían condones. Bueno, regreso a la historia original.
No se trata de presumir si me puedo comunicar en inglés o no, pero terminé explicándole como llegar al hospital más cercano que estuviera abierto a esa hora. No se si sería el más cercano pero las señas que le di fueron para llegar al único hospital que puedo ubicar cerca de ahí. A lo que quiero llegar es que no es posible que le den a alguien la responsabilidad de atender un establecimiento de ese tipo (farmacia), en una ciudad fronteriza, de noche y sin hablar nada de inglés, tomando en cuenta que está altamente propenso a tener clientes que solamente hablen ese idioma. En muchas ocasiones nos quejamos de cómo nos tratan en Estados Unidos, pero deberíamos fijarnos también en lo que hacemos batallar a personas que vienen de otros países y que tienen un problema. No es tan difícil ayudar.

1 comentario:

EINSCHNEIDEND dijo...

TRUE.
THAT'S ALL I HAVE TO SAY ABOUT THAT.