Hoy me encontré este póster en uno de los pasillos de la universidad. Se me hizo una campaña interesante porque uno se va llenando de chucherías informáticas que se convierten en adornitos guardapolvo que bien pueden ser de utilidad para alguien más.
viernes, 29 de abril de 2011
miércoles, 13 de abril de 2011
De esas veces que te tienes que aguantar la risa
Por cuestiones no previstas, hoy me quedé a comer en la cafetería de la universidad. Un panini Santa Fe. El que trae pollo a la parrilla con chile chipotle, acompañado de un caldo de verduras y que lo venden en el primer local entrando por el lado donde están los de sorteos. Aclaro que no es un comercial ni me dan comisión por hacerle publicidad al panini.
De cualquier modo, no es del panini de lo que trata esta publicación, sino de una conversación entre una pareja, de amigos aparentemente, es decir, no parecían pareja sentimental, pero llegaron juntos y se sentaron en la misma mesa donde yo me encontraba comiendo. No acostumbro andar de chismoso pero si se ponen a platicar a un lado de ti, hay veces que no se puede evitar escuchar lo que dicen.
Ella le comenzó a platicar que hoy por la mañana, al llegar en su carro y estarse estacionando, de alguna manera, y aparentemente por descuido suyo, le hizo un buen rayón a su carro con la pluma de la entrada al estacionamiento. Los que cuidan la entrada del estacionamiento se rieron de la situación y ella estaba segura que cuando su amigo llegara al estacionamiento, los guardias le iban a platicar lo que había pasado, y continuar al mismo tiempo con sus burlas. Palabras más, palabras menos, pero lo que menos parecía era molesta o indignada, estaba emocionada platicando y presumiendo lo que había hecho. Él (el amigo) se encontraba extasiado por el relato. Quería saber si el carro tenía una mancha amarilla, adquirida por la pintura de la pluma, o si era gris como cuando se le cae la pintura a alguna parte del carro. En este momento considero importante aclarar dos cosas: primero, parece que llevan buena relación con los guardias, por lo que el asunto de las risas y burlas no resulta un inconveniente para ellos y, segundo, no eran unos chamacos de 19 años, sino estudiantes de posgrado.
Seguí comiendo. Y escuchando. Ahora si estaba poniendo un poco más de atención. Total, el chisme estaba bueno. Lo siguiente fue más o menos así:
El: ¿Cuándo pasó eso?
Ella: Hoy por la mañana (ya se lo había dicho como 2 o 3 veces)
El: ¿En la mañana de hoy?
Ella: Si, hoy.
El: ¿Pero hoy de ahora en la mañana de este día?
Ella: Hoy por la mañana, ¿lo puedes creer?
Después de tantas veces que lo había repetido hasta yo se lo había creído. Ya hasta me había imaginado el carro y hasta me imaginaba riéndome junto a los guardias, pero no del carro sino de ellos cuando les platicara de su plática.
Siguieron... Y aquí es donde suenan las fanfarrias.
El: No puedo creer que no me lo hayan platicado cuando llegué.
Ella: Yo me imaginé que era lo primero que iban a hacer.
El: ¿Pues a qué hora pasó? (¿Fue hoy? jajaja)
Ella: Cuando llegué, a las 9 y media.
El: Que raro, yo llegué a las 9 y cuarto y no me platicaron.
Ella: Si, a mi también se me hace raro que no te dijeran nada.
Me levanté de la mesa y me fui. Ya me había terminado el panini y ya había escuchado demasiado. Tal vez hoy fue uno de esos días en los que uno se despierta en modo intolerante...
De cualquier modo, no es del panini de lo que trata esta publicación, sino de una conversación entre una pareja, de amigos aparentemente, es decir, no parecían pareja sentimental, pero llegaron juntos y se sentaron en la misma mesa donde yo me encontraba comiendo. No acostumbro andar de chismoso pero si se ponen a platicar a un lado de ti, hay veces que no se puede evitar escuchar lo que dicen.
Ella le comenzó a platicar que hoy por la mañana, al llegar en su carro y estarse estacionando, de alguna manera, y aparentemente por descuido suyo, le hizo un buen rayón a su carro con la pluma de la entrada al estacionamiento. Los que cuidan la entrada del estacionamiento se rieron de la situación y ella estaba segura que cuando su amigo llegara al estacionamiento, los guardias le iban a platicar lo que había pasado, y continuar al mismo tiempo con sus burlas. Palabras más, palabras menos, pero lo que menos parecía era molesta o indignada, estaba emocionada platicando y presumiendo lo que había hecho. Él (el amigo) se encontraba extasiado por el relato. Quería saber si el carro tenía una mancha amarilla, adquirida por la pintura de la pluma, o si era gris como cuando se le cae la pintura a alguna parte del carro. En este momento considero importante aclarar dos cosas: primero, parece que llevan buena relación con los guardias, por lo que el asunto de las risas y burlas no resulta un inconveniente para ellos y, segundo, no eran unos chamacos de 19 años, sino estudiantes de posgrado.
Seguí comiendo. Y escuchando. Ahora si estaba poniendo un poco más de atención. Total, el chisme estaba bueno. Lo siguiente fue más o menos así:
El: ¿Cuándo pasó eso?
Ella: Hoy por la mañana (ya se lo había dicho como 2 o 3 veces)
El: ¿En la mañana de hoy?
Ella: Si, hoy.
El: ¿Pero hoy de ahora en la mañana de este día?
Ella: Hoy por la mañana, ¿lo puedes creer?
Después de tantas veces que lo había repetido hasta yo se lo había creído. Ya hasta me había imaginado el carro y hasta me imaginaba riéndome junto a los guardias, pero no del carro sino de ellos cuando les platicara de su plática.
Siguieron... Y aquí es donde suenan las fanfarrias.
El: No puedo creer que no me lo hayan platicado cuando llegué.
Ella: Yo me imaginé que era lo primero que iban a hacer.
El: ¿Pues a qué hora pasó? (¿Fue hoy? jajaja)
Ella: Cuando llegué, a las 9 y media.
El: Que raro, yo llegué a las 9 y cuarto y no me platicaron.
Ella: Si, a mi también se me hace raro que no te dijeran nada.
Me levanté de la mesa y me fui. Ya me había terminado el panini y ya había escuchado demasiado. Tal vez hoy fue uno de esos días en los que uno se despierta en modo intolerante...
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La "Historia" de México
El día de ayer, de alguna manera llegué a una publicación en un blog donde se discutía una situación que se presentó en un salón de clases referente a la Historia de nuestro país y de nuestro origen Azteca. Al leerla recordé mi clase de Historia de México en la preparatoria, por allá de 1993 en el CBTis 37 de Cd. Obregón. Y obviamente me acordé de nuestro célebre profesor de esa materia, el Lic. Fausto René Valdez. Si, el que usaba el sombrerito a la Dick Tracy y a quien le envío un saludo en caso de que este blog llegue a aparecer ante sus ojos.
Y si digo que me acordé de él es porque me lo imaginé exponiendo el tema que se plantea en la publicación a la que hago mención y defendiendo el punto de vista del autor. El Lic. Valdez aparentemente gozaba con destrozar a quienes desde la primaria nos habían enseñado a idolatrar y se apasionaba hablando del lado obscuro de la historia de México. Sobre todo cuando se trataba de aztecas, odiados por todos los demás pueblos, los traidores demás pueblos y los delincuentes salidos de las cárceles que llegaron a cambiar la historia. No puedo decir que sean palabras textuales pero más o menos por ahí iba la idea.
Debo reconocer que su clase era de las más amenas que había en la prepa, sobre todo para ser una materia completamente teórica. El maestro siempre conservaba su ecuanimidad y seriedad, incluso en la ocasión que tuvo que responder a la pregunta de un compañero que después, al igual que él, se dedicaría también a la búsqueda del cumplimiento de las leyes: "Oiga profe, ¿entre los Aztecas había homosexualidad?". No recuerdo de qué estábamos hablando antes de la clase, porque fue ahí donde surgió la duda, pero si recuerdo que el maestro intentó no reírse de la pregunta, y simplemente contestó que aunque no se habían publicado resultados concluyentes de estudios al respecto, existían ciertos rumores referentes a alguno de los tlatoanis y parte de su séquito que habrían incurrido en tales prácticas, y que dada la cantidad de habitantes en Tenochtitlan, estadísticamente era probable que algunos de sus habitantes tuvieran tales tendencias. La clase simplemente continuó...
Y si digo que me acordé de él es porque me lo imaginé exponiendo el tema que se plantea en la publicación a la que hago mención y defendiendo el punto de vista del autor. El Lic. Valdez aparentemente gozaba con destrozar a quienes desde la primaria nos habían enseñado a idolatrar y se apasionaba hablando del lado obscuro de la historia de México. Sobre todo cuando se trataba de aztecas, odiados por todos los demás pueblos, los traidores demás pueblos y los delincuentes salidos de las cárceles que llegaron a cambiar la historia. No puedo decir que sean palabras textuales pero más o menos por ahí iba la idea.
Debo reconocer que su clase era de las más amenas que había en la prepa, sobre todo para ser una materia completamente teórica. El maestro siempre conservaba su ecuanimidad y seriedad, incluso en la ocasión que tuvo que responder a la pregunta de un compañero que después, al igual que él, se dedicaría también a la búsqueda del cumplimiento de las leyes: "Oiga profe, ¿entre los Aztecas había homosexualidad?". No recuerdo de qué estábamos hablando antes de la clase, porque fue ahí donde surgió la duda, pero si recuerdo que el maestro intentó no reírse de la pregunta, y simplemente contestó que aunque no se habían publicado resultados concluyentes de estudios al respecto, existían ciertos rumores referentes a alguno de los tlatoanis y parte de su séquito que habrían incurrido en tales prácticas, y que dada la cantidad de habitantes en Tenochtitlan, estadísticamente era probable que algunos de sus habitantes tuvieran tales tendencias. La clase simplemente continuó...
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