O puro circo.
La semana pasada fue una hermosa semana con hermosos e inusitados distractores públicos en México. Después de que la Selección por fin ganó un juego fuera de México nos preparamos para un juego más en el que casi se aseguró el pase al mundial. Sin embargo, lo más interesante ocurrió ese mismo día por la mañana, cuando un secuestrador aficionado tomo por la fuerza y poder que la Biblia que traía consigo le confirió, a un desprevenido avión de Aeroméxico que ni se las olió ni se preocupó mucho. Dos latas de Jumex, el Atole con el dedo, perdón, el Jugo de México, atadas entre si y cubiertas con foquitos, hicieron las veces de bomba que mantuvo aterrados a los pasajeros y suspendidas las operaciones en el Aeropuerto de la Ciudad de México, y las de otros tantos en el país que siguieron minuto a minuto el operativo para liberar a los rehenes y detener al frustrado secuestrador.
Una persona sin mucho que perder, pero si con mucho que ganar. Drogas y prisión contra fama y más prisión donde vivirá a costa de los impuestos cobrados al pueblo. Un secuestrador aficionado, lo cual se refleja en la forma tan sencilla en que los pilotos aterrizaron sin ningún problema y nadie salió herido, además de las fotos en las que sale sonriendo y saludando. No cualquiera puede presumir de haber secuestrado un avión de Aeroméxico.
Una vida de adicciones y estancias en prisión, más un fanatismo religioso pueden ser una combinación peligrosa. Si a eso le agregamos la necesidad de mantenernos ocupados mientras se discute la aprobación de nuevos impuestos, entonces tenemos un montón de cosas divertidas que nos mantienen viendo hacia otro lado.
A poco no resultó enternecedor ver la preocupación de Ana Bárbara al no saber en qué vuelo iba su marido y creer que estaba en el avión secuestrado. Hubo para los noticiosos, los deportistas y los chismosos.
1 comentario:
Yo escribí algo parecido en el blog de los compas (el que ya conoce), pero como no es de sorprender, mi post contiene muchas mas grocerias. :)
Publicar un comentario