Precisamente mientras veía el juego de la selección el sábado, salió a la plática el nefasto último campeonato del Cruz Azul. En teoría no se debería decir el "último", sino el "más reciente", sólo que, en este caso, de reciente no tiene nada. En fin, el Parra está contento porque el Cruz Azul está remontando marcadores, lo cual a mi ni me va ni me viene, sabiendo que para cuando llegue la liguilla, este equipo se va a desinflar, como ha sucedido en los torneos anteriores. Hay un poco de historia acerca del Cruz Azul en este sitio que está bastante interesante (Ir a la
"Inciclopedia")
Volviendo al citado nefasto triunfo de los cementeros sobre el desaparecido León, en el ya lejano 1997 (tan lejana es la fecha, que en ese entonces no nos imaginábamos que fuéramos a tener un presidente que usara botas de charol y un lenguaje bastante folklórico), estuvimos analizando varias de las situaciones que caracterizaron a dicho partido, o más bien, a la forma en la que terminó ese partido.
En aquel entonces estaba reglamentado el "gol de oro". Para los que no siguen mucho el futbol o son demasiado nuevos en el deporte, el gol de oro fue una vacilada que inventó la Fifa para darle más emoción a los partidos que se fueran a tiempos extras, y consistía en lo que todos los que llegamos a jugar futbol callejero o de recreo conocemos perfectamente: "el primero que meta gol gana". En esos casos, esa regla entraba en operación cuando el recreo estaba por terminar, o cuando la mamá del dueño del balón le hablaba para que ya se fuera a su casa.
Volviendo al citado juego, creo que se jugaba el segundo tiempo extra del partido de vuelta, si mal no recuerdo en el estadio del León, que había tenido muy buena temporada. El portero del León era el voluble, y según el Parra, violento, Angel David Comizzo. Un Argentino que vino a jugar a México, en la época previa a la fiebre de los naturalizados. Por su parte, el Cruz Azul tenía en la delantera al actual director general de la CONADE, el cazagoles más grande en la historia del futbol mexicano, Carlos Hermosillo. El árbitro no recuerdo quien fue, ni siquiera
Google fue capaz de responderme esa pregunta. Supongo que tan deshonorable desempeño no es digno de ser recordado ni siquiera por el mejor buscador de Internet.
Esos tres personajes fueron los protagonistas de aquel bochornoso momento, para el cual no tengo más que una explicación: esa final estuvo arreglada por apostadores profesionales. Los hechos son los siguientes:
- Comizzo propina un artero zapatazo en la cara a Hermosillo dentro del área. La sabiduría popular indica que tachones contra frente, ganan tachones. No se si la palabra "artero" sea la adecuada, o si Hermosillo se lo merecía por ser un cazagolero nato. Dejémoslo en que no se lo merecía, este es un blog que está en contra de la violencia. Luego agregaré una nota acerca de mi teoría sobre el incremento de la violencia en los estadios mexicanos. Les pido que me recuerden de esto.
- El resultado del primer punto se explica mejor con la siguiente ecuación: tachones+frente=sangre
- Lo que no puede explicarse de otra manera distinta a la que yo propongo, es la actitud del árbitro: a) Una agresión artera (ya discutimos en el punto 1 el uso de esa palabra) se tiene que sancionar con tarjeta roja, la cual no mostró el silbante. b) Un jugador sangrando no puede continuar en la cancha.
El árbitro permitió que dos jugadores que no tenían por qué estar en la cancha, decidieran ese campeonato. Comizzo tenía que haber estado cobrando lo que le pagaron los apostadores. Perdón, tenía que haberse ido a las regaderas, expulsado. Hermosillo, por su parte, tendría que haber estado en la banca, recibiendo atención médica, y no cobrando el penalti que le dio el campeonato a su equipo.
En fin, un final tan peliculesco, un "script" diría yo, solo puede deberse a fuerza$$$ de mucho peso. Simplemente, el juego terminó de esa manera porque TENÍA que terminar de esa manera.
No me atrevo a decir que Hermosillo recibió dinero de los apostadores. No se cuanto dinero podría valer dejarte pegar una patada con los tacos en la frente. La actitud del portero no tiene justificación. No puedes echar a perder la temporada de tu equipo de esa manera. La actitud del árbitro sencillamente no tiene explicación. Pregúntenle a cualquier aficionado del León, si es que aún queda alguno, que es lo que opinan de los personajes mencionados en este relato.
He dicho.